28.8.12

"Permitidme que use una imagen, la imagen del árbol. El artista se preocupa de este mundo complejo y, de alguna manera, se orienta en él, podemos darle crédito, bastante bien. Así, le ha sido posible ordenar la serie de los fenómenos y de las experiencias. Este orden diverso y múltiple, este su conocimiento de las cosas de la naturaleza y de la vida, me gustaría compararlo a las raíces del árbol.

De las raíces afluye al artista la linfa que le atraviesa a él y a sus ojos. De este modo, realiza la función del tronco. Impulsado y conmovido por la potencia del flujo de la linfa, lo dirige en la obra según su visión.

Así como se ve el follaje de los árboles extenderse en todas las direcciones en el espacio y en el tiempo, del mismo modo ocurre también en la obra.

A nadie se le ocurrirá pretender que el árbol forme su follaje sobre el modelo de sus raíces. Es fácil comprender que no puede haber una igual correspondencia entre la parte inferior y la superior. Funciones distintas que se ejercen en dos campos distintos deben, a la fuerza, provocar formas distintas.

En cambio, injustamente, se quiere negar al artista el derecho a alejarse del modelo y, por ello, también el derecho a crear. Además, se llega, con celo verdaderamente excesivo, a acusarlo de impotencia y de deliberada falsificación.

En realidad, al cumplir su función de tronco, él no puede hacer más que recoger lo que le viene de las profundidades y transmitirlo más lejos. Así pues, él no sirve ni manda; sólo actúa como mediador.

En consecuencia, ocupa una posición extremadamente modesta. No reivindica la belleza del follaje, porque ella sólo pasó a través de él."

Paul Klee

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